Exposiciones de guerra

Las exposiciones de guerra constituyeron una tipología de exposición particular durante el conflicto. Celebradas en múltiples localidades y auspiciadas por ambos contendientes, cumplieron una función esencialmente propagandística. Fueron muchos los agentes que promovieron la celebración de estas exposiciones debido a su potencial como herramientas de comunicación. El contenido de este tipo de muestras aludía a diversos aspectos de la guerra, incorporando objetos propios de la milicia (piezas de armamento, estandartes, trofeos ganados al enemigo…) así como elementos visuales que reflejaban la realidad de la guerra y sus protagonistas en cualquiera de sus dimensiones, ya fuesen obras artísticas, recreaciones de escenarios, carteles, etc. 

En la imagen se muestra una vista general de la gran Exposición de guerra instalada en el antiguo Gran Kursaal de San Sebastián en agosto de 1938, que gozó de cierta permanencia al mantenerse abierta durante varios meses, algo poco habitual en aquella época. De carácter triunfalista y más ostentosa que la itinerante Exposición del Documento Nacional, la muestra pretendía dejar constancia de la superioridad militar del Ejército franquista y poner en evidencia la ayuda internacional que recibieron los republicanos. 

Con una instalación grandilocuente, reunió piezas de artillería y otras máquinas de guerra junto a todo tipo de armas y municiones, y se decoró con paneles de escenas de batallas y relieves de combatientes, todo ello presidido bajo el omnipresente retrato pintado de Franco. Se editó, además, un catálogo cuya edición extendida incluía al detalle los elementos tomados al enemigo. 

En territorio leal, algunas de las exposiciones de guerra más reseñables fueron las organizadas por el gobierno regional catalán en Barcelona: 7 meses de guerra y Madrid, un año de resistencia heroica, así como las promovidas por el Ejército para mostrar la vida en las trincheras y dar a conocer la labor cultural llevada a cabo entre los combatientes.

IEG