La prensa de milicias

Durante la guerra, las fuerzas armadas se convirtieron en importantes editores de publicaciones periódicas. Especialmente en el bando republicano, aunque no solo, numerosas unidades militares concibieron y produjeron sus propios órganos de expresión, combatiendo las dificultades materiales y logísticas impuestas por el conflicto. Algunos de estos periódicos y revistas del frente llegaron a producirse íntegramente en campaña recurriendo a imprentas móviles.

Dadas las lógicas limitaciones, algunas publicaciones del frente tuvieron una periodicidad y extensión irregulares, pero eso no impidió en absoluto una incontenible proliferación de títulos que se percibió en los años de la propia guerra como un fenómeno remarcable sobre el que algunos llamaban la atención sugiriendo un mínimo control organizativo.

Lo cierto es que, aún sin responder a unas directrices preestablecidas, estas publicaciones coincidieron en el tipo de contenidos que ofrecían. Y es que estaban dirigidas esencialmente a los combatientes con el objetivo primordial de instruirles cultural y políticamente. Contenían reportajes sobre los miembros de los batallones y brigadas, partes de guerra, noticias sobre actividades culturales celebradas en campaña, artículos de los milicianos de la cultura o de los comisarios políticos (encargados de mantener la moral alta y la cordialidad entre compañeros), así como de orientar el pensamiento político de la unidad. Además, incluían cartas de los propios soldados, pasatiempos, instrucciones sobre maniobras militares y manipulación de armamento, y recomendaciones de higiene y salud física. Eran, por tanto, un medio para dar voz a los soldados y reforzar el sentimiento de unión en la lucha por la victoria, pero también para acercar la vida en el frente a quienes no se encontraban allí.

Visualmente, la prensa de milicias solía recurrir a imágenes para ilustrar la realidad del frente. Además de fotografías, fue habitual que algunos artistas, generalmente integrantes ellos mismos de la unidad militar en cuestión, se hicieran cargo de la realización de dibujos, de la maquetación y del diseño de cabeceras, confiriendo a la publicación un estilo propio y hasta reconocible, en algunos casos. 

Por lo general, la mayor parte de las composiciones estaban protagonizadas por los soldados anónimos que se batieron en la guerra y en quienes los destinatarios lectores podían verse reflejados, además del ocasional retrato de algún admirado líder. La amplia diversidad de artistas que colaboraron en la prensa de trincheras, con su variable formación, talento y experiencia, hace que las manifestaciones artísticas de estas publicaciones se conviertan en un conjunto variopinto lleno de gratas sorpresas.

IEG