Proyecto de escuelas republicanas
Creator: Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura (GATEPAC)
Source:
Hemeroteca Digital Biblioteca Nacional de España
https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=aa754577-180a-4f30-a9d0-38cc22798567&page=20
AC. Documentos de Actividad Contemporánea, 1933, nº9
Date Created: 1933
Extent: 1 item
41.38258, 2.17707
«La escuela es el escudo de la República y el campo de siembra de los republicanos y demócratas de mañana» defendió Manuel Azaña en un discurso en Campo Laesarre (Baracaldo) en 1935. Con estas palabras resumía una de las principales reformas de la República, la educativa, cuyo objetivo era crear ciudadanos del mañana.
A la altura de 1930, España presentaba unos niveles de analfabetismo muy elevados. En torno al 40% de la población no sabía leer ni escribir. La modernización del sistema educativo impulsada por la República buscaba eliminar este problema crónico con la idea de que una sociedad educada daría paso a una ciudadanía más feliz, con mejor calidad de vida y más libre, que podría pensar por sí misma en lugar de seguir los pasos marcados por la Iglesia o los caciques. Pero esta reforma se topó con la Iglesia, que controlaba la mayor parte de la red de enseñanza primaria y la totalidad de la secundaria y percibió estos cambios como un ataque a su poder en favor del Estado.
Para debilitar este control eclesiástico, el Gobierno disolvió la Compañía de Jesús, promulgó la Ley de Congregaciones Religiosas, secularizó bienes eclesiásticos y expulsó a los regulares de la educación, siguiendo los pasos que otros Estados europeos, como Francia o Italia, habían dado a principios de siglo. La Iglesia, que había recibido la llegada de la República con cautela y la indicación desde el Vaticano de mantenerse a la espera, vivió esta apuesta como una declaración de guerra. Empezó así un enfrentamiento contra el Estado que la llevó a fomentar el conflicto, con padres y madres como arietes de la protesta. Los sacerdotes soliviantaban a los fieles desde sus púlpitos, animándolos a no llevar a sus hijos a la escuela, y en algunas comunidades rurales, maestros y maestras fueron marginados por los vecinos.
Este enfrentamiento dificultó una tarea que ya era titánica en términos de diseño e intendencia. La mayoría de los centros eran rurales, escuelas únicas con un elevado número de estudiantes por aula y pocos maestros y maestras, cuya formación era escasa y que recibían sueldos de miseria. El dicho "pasar más hambre que un maestro de escuela" era un fiel reflejo de su situación. Para combatir este problema, el Gobierno aumentó sus salarios, mejoró su formación y puso en marcha un sistema de cursillos. Su fin era multiplicar el número de profesionales preparados para la enseñanza y agilizar su entrada en el sistema.
La universalización de la educación se encontró con otro problema: la falta de edificios escolares. El ministerio de Instrucción Pública aprobó en 1931 un ambicioso plan para construir 27.000 escuelas en ocho años a lo largo de toda la geografía española. Los planos, como los que se ven en la imagen mostrada aquí, mostraban modernos edificios modelo, de usos múltiples, pensados para los estudiantes y su aprendizaje. El diseño partía de las nuevas ideas pedagógicas por lo que se primaban los espacios abiertos, la luz y el contacto con la naturaleza.
La brevedad del período republicano impidió desarrollar el plan por completo y sólo 7,000 de estas escuelas llegaron a ser realidad.
FMP






