Falange. El ejército secreto del Eje en América
La inteligencia estadounidense, a través del escritor Allan Chase, publicó en 1943 el libro Falange. El ejercito secreto del eje en América. Sustentado en miles de documentos secretos, el libro presenta la participación de personajes prominentes en los países hispanoamericanos y las Filipinas en apoyo de la sublevación. En su libro Chase aseguró que la colonia española de Puerto Rico fue la que más contribuyó a los militares sublevados entre todas las de Hispanoamérica.
Los empresarios de la colonia española en Puerto Rico tenían su capital diversificado en la banca, los medios de comunicación, comercio al por mayor y al detal, hoteles, restaurantes, corporaciones azucareras, destilerías de ron, y siembra, torrefacción y exportación del café. El empresario español Dionisio Trigo Marcos, líder de la comunidad empresarial, cabeza de Falange Española en Puerto Rico y representante directo del general Francisco Franco, dirigió la propaganda en periódicos, revistas y radio a favor de los militares sublevados. No menos de 150 empresarios españoles compraron anuncios en el periódico El Mundo, en Avance –revista mensual de Falange Española en Puerto Rico– y en otras revistas como Los Quijotes y Cara al sol, todos medios que apoyaban la sublevación.
A pesar del embargo estadounidense sobre las transacciones de material de guerra hacia España, y con el respaldo económico de un centenar de empresas españolas, el empresario Trigo orquestó la recaudación de dinero y la compra de armas y productos químicos para enviar a los sublevados. El cónsul general de la República en Puerto Rico, Jacinto Ventosa, denunció el envío de fusiles máuser y sus municiones, aeroplanos, vehículos especializados, granadas de mano y pólvora durante 1936.
La colonia española envió grandes cantidades de tabaco y café, pero las donaciones de dinero eran entregadas por Trigo personalmente al general Franco. Las primeras donaciones incluían $5,000 (equivalentes a $115,000 actuales) de su patrimonio personal y otros $10,000 a nombre de la Cámara de Comercio de Puerto Rico. Sobre el monto total de las contribuciones a la España nacional, Luis Ariño Cenzano –cónsul general de España en Puerto Rico en 1933– declaró en marzo de 1937 al Heraldo de Aragón y a El Mundo, que Puerto Rico iba “a la cabeza” en envíos, superando los $137,000. En noviembre del mismo año, el rotativo El Faro de Vigo aumentó la cantidad a $400,000 en metálico, $100,000 para adquirir una avioneta, $4,000 para suscripciones nacionales y $25,000 en medicinas. El monto total de las contribuciones para los primeros 16 meses de la guerra fue de $529,000, equivalentes a 11.6 millones de dólares actuales, una suma impresionante si tomamos en cuenta que Puerto Rico tenía una población de 1.5 millones de habitantes, de los cuales solo 3,500 eran españoles.
TTR/JAOC






