Evacuación de los republicanos al Norte de Africa
Creator: Barra, Jordi
Contributor: Ancochea, Marc
Source:
Jordi Barra
Date Created: 2025
Type: Map
Extent: 1 item
41.38258, 2.17707
Los últimos días de la República fueron caóticos. La desmoralización en el ejército después de la caída de Cataluña y los contactos de varios mandos con la Quinta Columna y los servicios de inteligencia franquistas desembocaron en el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado que se inició el 5 de marzo. La posición al golpe, lidiada por el primer ministro Juan Negrín y sus aliados comunistas desembocó en una pequeña, pero sangrienta, guerra civil en la retaguardia. A pesar de las esperanzas de los militares republicanos golpistas, Franco se negó a negociar el final de la guerra, exigiendo una rendición sin condiciones. Todo el mundo sabía que esto iba a significar ejecuciones masivas o, con suerte, largas penas de prisión para decenas de miles de republicanos. Lo que siguió fue una desbandada desorganizada para escapar primero hacia los puertos del mediterráneo (ver mapa) y desde allí a Argelia, entonces colonia francesa.
Al tener noticia del golpe casadista y producirse una rebelión pro-Franco en Cartagena, la flota de guerra republicana se hizo a la mar entre los días 5 y 7 de marzo. Como se ve en el mapa, era una armada bastante grande (3 cruceros y ocho destructores) que podría haber protegido la salida de barcos cargados con refugiados, o llevado a más de los apenas 750 personas extra que, además de su tripulación, embarcaron en ella. Sin embargo, en vez de volver a puerto o dirigirse a otro controlado por republicanos, se marchó a Argelia. Las autoridades francesas la internaron en Bizerta, Túnez.
A finales de mes, con la flota franquista merodeando los puertos republicanos, unos sesenta mercantes -entre los que destacan por el número de refugiados el Stanbrook- y barcos de pesca, consiguieron sacar a unas 6.000 personas más. Quedaron detrás sobre todo en el puerto de Alicante, decenas de miles de republicanos atrapados. Unos, al ver que ya no habrá barco alguno que los rescatase, prefirieron suicidarse. La mayoría de ellos fueron apresados y enviados a campos de concentración. Comenzaba así un peregrinaje de sufrimiento, malos tratos, condiciones inhumanas y, con frecuencia, la muerte a manos de un régimen que ni olvidaba ni perdonada.






